lunes, 1 de agosto de 2011

La vida de cualquiera

Ya estoy cansada de caminar por un

mundo lleno de dolor, trabajo y tanta miseria humana.

Haré un breve relato de mi corta vida aquí.

Vivo en un oscuro pueblo llamado “Mundo”, en este lugar no existe la palabra “fe”, ya que cada uno vive como puede.

Mi nombre es Javiera, vivo aquí hace diecisiete años y la verdad es que de a poco me acostumbro, ya que mis padres me están enseñando desde que tengo memoria.

En la mañana salgo de mi casa ubicada en la calle “decepción” y me siento en un barrial cercano, ya que estoy bien en aquel lugar. Con ese barro construyo mi mundo, le cuento mis secretos, mis sueños y mis miedos. ¿Miedo de que? Pensaran ustedes; miedo de seguir viviendo sin algún propósito por que, si hablamos claro… ¿Qué es para ti la vida? Si naces siendo esclavo de ti mismo, sin una esperanza de tener algo que nadie más ve.

Aquél barrial se hace cuando llueve, cada vez que mi corazón se siente rechazado cae una lluvia repentina y deja un pequeño espacio que refleja el cielo, los árboles y los pájaros que vuelan sin descanso.

Cada miércoles va a mi casa un profesor que le llama “hombre brujo”, cuenta mi abuelo que aquel profesor nunca ríe, y a veces no se le ve en días por el pueblo. Mientras que mi madre cree que solo es una calumnia en su contra.

Un día me sentía ahogada, sentía un calor inhumano y no podía salir porque llovía como nunca antes lo hizo.

Mi madre me llevó al hospital más cercano y me hospitalizaron, pase tres días en el hospital, viendo como llovía, no se veía ningún árbol frondoso, el cielo estaba triste y los pájaros no salían a cantar.

Abrí la ventana y mire el mundo tan oscuro del cual soy residente y de pronto, entró un especie de ave, negra con la cara de mi profesor, entre asustada y sorprendida le pregunte -¿Que haces aquí? El sonrió y me dijo – “Vengo a mostrarte el mundo como es realmente”, volcó un frasco de remedios y vi un hombre sentado, en una gran mesa sin nada que hacer.

Tú estas enferma de soledad – dijo aquel pájaro y no necesitas más personas ya, solo te necesitas a ti, la verdad esta allá… anda; apuntándome a aquel barrial que desde pequeña ha sido mi amigo.

El barrial estaba mas profundo que antes, ya que había llovido por tres días seguidos. Mire al cielo y grite -¿¡Qué broma es esta ¡? ¿Jugar con la fe de otras personas?

De pronto, de tanto caminar me fije que mis pasos dejaban huellas profundas y que de hay salía una pequeña luz.

Me di vuela y me agaché a escarbar el barrial para ver de donde prevenía aquella luz. Llegué al punto de hallar agua, que reflejaba el cielo lleno de luz, los árboles frondosos y los pájaros revoloteando como nunca.

Confundida creí que había sido engañada, hasta que mi corazón comenzó a latir con una fuerza increíble.

Volví a observar aquel reflejo y me di cuenta que era mi libertad. Era la libertad que había buscado hace años diecisiete años y que encontré en el barrial que desde niña me acogió y me cuido para que nunca perdiera la fe.

Javiera Sepúlveda

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