viernes, 30 de julio de 2010

Leonardo y Dalí


Cuando Leonardo decide finalmente dar paso atrás para apreciar de una mejor perspectiva su autorretrato. Trato de meterse en si mismo y de alguna manera romper aquellas gavetas escondidas que solo el psicoanálisis era capaz de abrir y se da cuenta de que en realidad se había transformado en el monstruo que todos sus admiradores, críticos de arte, amigos y el mundo decían que era.
Ya era viejo, y el tiempo le jugaba en contra. Toda su vida se había dedicado ha ser una maquina en su oficio, si bien amaba lo que hacia, lo estaba consumiendo. Ya había perdido el olfato, los fuertes químicos que emitían la resina, el barniz o la pintura, le privaron el olor; comía de vez en cuando, pues alimentarse le quitaba tiempo para inventar. El óleo lo apartaba de la sociedad y de sus seres queridos, especialmente de aquel hombre que había sido tan importante en su vida, aquel hombre que emprendió el vuelo ha otros horizontes para conocer el mundo, mientras Leonardo se dedicaba a crear. El dolor de la ausencia le golpeaba la cabeza como si se hubiera tomado unas copas de más, pero el deseo de superar su obra maestra no lo dejaría en paz.


Dony Fernández

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